-Yo quiero volar, y volaré -decía el troll a todo el que se reía de él.
- Eres un troll, no un pájaro; no estás hecho para volar - le decían todos.
Pero el troll no hacía caso. Él quería volar, y nadie iba a arrebatarle su sueño.
El troll visitó a brujas, magos y hechiceros de todo el mundo. Viajó y viajó, pero nadie le dio una solución.
Como nadie conseguía hacerlo volar, el troll decidió construirse unas alas de madera. Pero no funcionaron.
Después, el troll probó a construir las alas de papel. Y luego de hojas, y luego volvió a probar con la madera. Pero nada. No había manera.
Un día, al troll se le ocurrió pedirle al águila que le llevara dar un paseo por el cielo
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