Mono, Ardilla, Conejo y Elefante iban juntos al colegio todas las mañanas. En el cole aprendían a leer, a escribir y muchos otras cosas divertidas.
Mono, Ardilla y Conejo se reían mucho de Elefante, porque, con sus grandes patas, no podía coger el lapicero.
Elefante estaba muy triste, porque no podía escribir, ni dibujar ni colorear.
Un día, Elefante llegó al cole con un precioso cuento que él mismo había creado, lleno de dibujos y colores.
-Seguro que tú no has hecho eso -dijo Ardilla.
-A ver, ¿por qué no? -dijo Elefante.
-Porque tienes unas patas enormes y no puedes escribir. Te lo han hecho tus padres -le dijo Mono.
-No -dijo Elefante-. Mis padres tienen las mismas patas torpes que yo y no saben escribir.
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