martes, 15 de junio de 2021

El misterio Rumilda, el hada solitaria parte 2

 Rumilda les mostró su ruta habitual y les fue diciendo qué había comido en cada lugar. Después de un rato, una de las hadas le preguntó:


—¿Esto es lo que has hecho en las últimas semanas?

Rumilda se sonrojó un poco y contestó:

—No, esto es lo que hice ayer.

—¿Cada cuánto tiempo lo haces? —preguntaron.

—Todos los días —respondió Rumilda.

—Creo que ya sé cuál es el antídoto —dijo una de las hadas mayores—. Pero tendrás que quedarte en casa y solo salir cuando yo te lo diga.

Rumilda aceptó y, entre todas las hadas, se organizaron para cuidar de su amiga.

Durante varias semanas Rumilda estuvo tomando las pociones mágicas que le llevaban las hadas mayores, que no eran otra cosa que zumos de frutas y cremas y sopas de verduras.

AEl misterio Rumilda, el hada solitariademás, cada día la acompañaban a dar un paseo por un sendero que llevaba al río, donde nadaban en sus aguas purificadoras durante buena parte de la mañana, o subían a lo alto de una colina en la que se respiraba un aire reparador que no había en ninguna otra parte.

Así, después de unas cuantas semanas, Rumilda volvió a ser la misma de siempre.

—El antídoto ha funcionado —dijo Rumilda.

—Llevar una vida saludable siempre funciona, Rumilda, no hay ningún secreto —dijo una de las hadas mayores.

Entre todas las hadas le explicaron a Rumidla que tenía que tener cuidado con lo que comía, porque comer en exceso y sin control puede hacer que te sientas muy mal.

Desde entonces Rumilda tiene más cuidado con lo que comer y, aunque le gusta mucho todo lo que encuentra en el bosque, lo toma con moderación para poder disfrutarlo sin ponerse enferma.

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