Hace mucho tiempo, una sirena encontró algo en el fondo del mar. Era una pieza maravillosa, preciosa y muy delicada. Tenía forma ovalada y brillaba muchísimo.
-¿Qué será esto? -se preguntó la sirena.
Mientras la sirena contemplaba aquel maravilloso hallazgo, su amigo el pececito pasó por allí.
-¿Qué haces? -preguntó el pececito.
-Mira, he encontrado esto en el fondo del mar -dijo la sirena.
-¡Un espejo! -dijo el pececito.
-¿Un espejo? -dijo la sirena-. ¡Un espejo mágico! ¡Como los que salen en los cuentos!
-¿Mágico? ¿Por qué? -preguntó el pececito.
-Mira, en el cristal hay alguien encerrado -dijo la sirena-. Mueve la boca, pero no oigo qué dice. Tendré que ir a ver a Poseidón. Tal vez él pueda ayudarme a sacar a la prisionera del espejo. Sí, él me ayudará.
-Espera, espera -dijo el pececito.
Pero la sirena se fue nadando tan rápido que el pececito no pudo alcanzarla.
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