Ángel era un niño de 6 años que era muy travieso, que nunca, nunca hacia caso a sus padres. No le gustaba ir al cole, se pasaba todo el día gritando y haciendo trastadas, pero lo peor era que no quería bañarse, ni lavarse los dientes. Nada de nada, decía que odiaba el agua.
Sus padres estaban cansados de tener que estar todos los días con la misma batalla, y Ángel seguía sin hacer caso. Su abuela Ana comentó a sus padres que debían buscar una solución porque esto no podía seguir así; y decidió hablar con él.
– Mira, Ángel no puedes seguir así, ¿tú sabes la que puedes liar si sigues sin lavarte? Esto puede traerte serios problemas; si no te lavas cada día estarás más sucio, tu piel se irá oscureciendo, olerás muy mal, el pelo se te caerá, las uñas te crecerán torcidas y se harán muy largas, los ojos se te volverán amarillos, y los dientes se convertirán en feos colmillos. En definitiva te convertirás en un feo y horrible troll.
Ángel miraba a su abuela con la boca abierta y de repente soltó una carcajada tremenda:
– ¡Anda, abuela qué cosas dices!
Pero su abuela le volvió a repetir que no era una broma, que cuando ella era niña, en su pueblo, corrían historias como estas. Contaban que estos niños desaparecían, y se decía que eran los trolls los que se los llevaban. Pero Ángel no podía contener la risa y pasó otro día sin lavarse.
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