En verano, tras acabar las faenas diarias, solían cenar junto a una gran ventana que abrían de par en par para poder contemplar cómo la brillante luna iba subiendo lentamente a lo más alto del cielo y escuchar los pequeños sonidos que solo se aprecian cuando todo está en silencio. Para ellos, disfrutar de ese momento mágico no tenía precio.
Pero una noche, mientras compartían el exquisito arroz con verduras que tan bien preparaba la mujer, escucharon unos alaridos terroríficos.
– ¡¿Pero qué es ese escándalo?!
– No lo sé, querida, pero algo muy grave debe estar sucediendo ¡Salgamos afuera a echar un vistazo!
Se levantaron de la mesa asustados y abrieron con mucho sigilo la puerta. Frente a ellos, junto a las escaleras de la entrada, vieron seis monstruos no demasiado grandes pero feísimos que estaban peleándose y chillando como energúmenos.
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