Muchas cosas las vendía lejos de allí, para que no le pillaran. Otras, las usaba. Y todo lo demás lo metía en aquel caserón.
Pero la policía le seguía la pista. El inspector Navarrete estaba muy cerca. Pero el ladrón no se había dado cuenta.
Una mañana, mientras el ladrón guardaba el botín en guarida, el inspector Navarrete surgió de repente, seguido de cuatro agentes de policía.
—¡Alto, policía! ¡Estás detenido! —dijo el inspector Navarrete.
Pero el ladrón entró corriendo en el caserón y se metió en una de las habitaciones donde guardaba su botín.
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