—Hay que evitar que se entre en la ciudad —decían todos los vecinos.
Todos estaban asustados. Allá por donde pasaba, el ladrón de corazones arrasaba. Y si por algo era famosa Villacorazón era, precisamente, por corazones, célebres en el mundo entero.
Con una particular forma heredada de los primeros pobladores de la zona, en Villacorazón fabricaban miles de unidades de cualquier cosa que pudiera tener es forma, desde peluches y cojines hasta pasteles, panes; y, por supuesto, las inigualables piruletas de corazón que habían sido galardonadas en cientos de festivales a lo largo y ancho del mundo.
Ante la amenaza, los vecinos de Villacorazón se organizaron y cercaron la ciudad. También organizaron patrullas de vigilancia para controlar las entradas y las salidas.
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