El bondadoso príncipe decidió prestarle sus caballos. Pero por la tarde, el príncipe se encontró con la Muerte y le preguntó:
– Esta mañana ¿por qué hiciste a nuestro jardinero un gesto de amenaza?
– No fue un gesto de amenaza – le respondió la muerte- sino un gesto de sorpresa. Lo veía lejos de Ispahán esta mañana… y debo llevármelo esta noche en Ispahán.
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