- Según la tradición malaya el alma humana (semangat o esencia) tiene aproximadamente el tamaño de un pulgar y se aparece en forma miniaturizado del cuerpo (sarung or carcasa) en que habita. Capaz de volar y presentarse rápidamente de en un lugar a otro, el alma es habitualmente comparada con un pájaro. Esta abandona el cuerpo de la persona temporalmente durante el sueño, el trance y la enfermedad, antes de partir definitivamente a la muerte. Cuando el alma abandona el cuerpo asume la forma de una especie de homúnculo, y de esta forma pueden alimentarse de las almas de los demás. Al morir, el alma por lo general pasa a otra persona, animal o planta. El espíritu o fantasma, generalmente llamado anitu, continúa rondando y puede ser perjudicial para sus sobrevivientes.[6]
- Existe una vieja creencia malaya de que el fantasma del recién fallecido ronda su tumba durante siete días antes de partir. Los fantasmas pueden también regresar y poseer a personas vivas, causando locura o terribles enfermedades.
- Se cree que la actividad fantasmal se da solamente durante las horas de la noche, especialmente durante la luna llena.
- Un modo de escapar de un fantasma es que la víctima cambie de nombre formalmente, así cuando el espíritu regrese no podrá reconocerla. Otra manera es tentar al fantasma con alimentos, cuando el espíritu se convierta en un animal, como una gallina por ejemplo, para poder comerse la ofrenda será vulnerable y podrá matársele y destruirle.[9]
- Tradicionalmente los fantasmas son culpados por toda clase de enfermedades, para curar estas el chamán (dukun o bomoh) de la aldea quemará incienso, recitará conjuros y, en algunos casos, sacrificará animales y lavará su sangre en un río para apaciguar al espíritu. También podrán ejecutarse ciertas danzas curativas como Mak Yong, Saba, Main Puteri o Ulek Mayang.
jueves, 7 de octubre de 2021
Creencias tradicionales
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