El poeta de la Antigua Roma, Publio Virgilio, habla en una de sus obras (las Églogas del rey de Atenas Erictonio), que como había nacido impedido de pies, se compadecía de quienes tenían su misma desgracia e inventó el carro de alquiler.
Lo puso a disposición de quién lo necesitase. No era un taxi, tal y como lo conocemos hoy, pero sí era un servicio público urbano.
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