Entonces, al suegro se le ocurre algo:
Podríamos hacer algo más interesante. Por ejemplo, ir hasta Abilene y comer en la cafetería del pueblo…
Todos le miran un tanto sorprendidos. El yerno, aunque piensa que es una locura, cree que debe quedar bien con su suegro:
– Claro, sí, ¿por qué no?
Entonces su mujer, por no llevar la contraria, añade:
– Buena idea, cariño…
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