Un día, desanimada, lloraba junto a un camino cuando se acercó un niño.
- ¿Por qué lloras?
- ¡Por que todas las nubes son de agua! ¡Buaaa!
- ¡Claro!- respondió el niño- ¿De qué quieres que sean, de chocolate?
- ¡Siiiii! ¡Buaaaaa!
- Pues eso sería estupendo. Me encantaría que lloviera chocolate. Igual que en un cuento que leí de pequeño.
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